Sombras, lápidas y graznidos [Bellatrix]

El oscuro manto negro azulado se extendía sobre la cabeza de todo aquel que quisiese salir del castillo a esas altas horas de la noche. Era una noche fría y ella lo sabía bien, no le importaba nada cuando las tinieblas salían de su escondite y era la hora de comenzar a vivir. La luna menguante iluminaba vagamente el lugar haciendo que el momento fuese más intrigante y aterrador. Se colocó su túnica negra azabache de una suave tela elegante, de aquellas que tienen un diseño sutil bordado en tonos negros y sin pensarlo demasiado, se escapó de su sala común. No le fue difícil salir del castillo y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba lejos de aquel establecimiento. A dónde iría no era algo difícil de adivinar, existían dos lugares destacables dentro de Hogwarts que a la morena le llamaban la atención; el bosque prohibido y el cementerio. No se dirigió al bosque prohibido porque solía visitarlo con mayor concurrencia, además buscaba tranquilidad ya que dentro de la sala común solo se había ganado un fuerte dolor de cabeza que la exasperaba. El encuentro con unas pequeñas compañeras de casa sin neuronas en la cabeza solo logró una jaqueca de la cual se vengaría en el futuro, gracias a Merlín y a todos los ex directores que solo quedaba su ultimo año y podría hacer lo su corazón le dijese, no literalmente, ya que su corazón estaba en un lugar desconocido.

Como una integrante más de las tinieblas, con la capucha sobre su cabeza llegó a aquel lugar. Su paso era altivo y elegante, por más que fuese solo una mancha negra en aquel paisaje oscuro. Recibía el fresco de la noche complacida, le fascinaba como el viento golpeaba su rostro mientras caminaba ligeramente por el cementerio. Parecía que flotase al avanzar, como si sus pies no tocasen el suelo como si de un alma en pena se tratase. Paseaba con su mente en las nubes hasta que se detuvo en la parte más alta del lugar, en un montículo en donde se encontraba una estatua de un ángel caído. Se quedo ahí como si a sus pies le hubiesen salido raíces, cerró los ojos e inspiró profundo. Una ráfaga agresiva logró que su capucha se fuese hacia atrás dejando a la vista su rostro pálido y sus cabellos oscuros en medio de la noche. Suspiró y con un suave movimiento de su varita hizo aparecer un pequeño tornado que rodeo su cuerpo. Algo le decía que no estaba sola en aquel lugar, se sentía observada pero solo se limitó a ignorar aquella extraña sensación que la invadía.

Cerró los ojos por una fracción de tiempo que no supo distinguir, sentía el viento golpear su rostro congelando su piel y alborotando sus cabellos que danzaban en el aire como llamas de fuego fulgurando en el aire. De forma sutil pudo descubrir como un suave aroma familiar se depositó sobre su nariz, por un momento pensó que era solo un engaño de su creativa mente que le jugaba una mala pasada. Aunque aquel aroma era inconfundible, no podía decir que la llenaba de sentimiento porque su corazón era impenetrable pero si le recodaban bastantes momentos dignos de recordar. Otorgó una sonrisa cínica a todo aquel que pudiese verla, al mundo en general, sonrió a la luna que brillaba sobre su cabeza o tal vez a las tinieblas que la llamaban susurrante que fuese con ellas. Abrió los ojos lentamente cuando oyó aquellas palabras, pudo sentirlo acercarse más no tenía miedo, sabía perfectamente de quien se trataba. Sus pupilas oscuras se clavaron en las de su prometido que se encontraba a escasa distancia de ella, su mirada divagó entre su cabeza y sus pies para luego volver a fijar su atención en aquellas intensas pupilas, que aunque ella no lo aceptase en voz alta ni en sus propios pensamientos, la llamaban ligeramente la atención.

Escuchó aquel cumplido e hizo una ligera reverencia con su cabeza, aquellas palabras podrían hacer sonado desastrosas para una chica cualquiera, una chica común se hubiese indignado ante aquellas palabras tan desagradables para el pensar popular pero para Bellatrix era como música para sus oídos, un cumplido totalmente. – Que no te quepa ninguna duda – Aseguró con suavidad, con esa mezcla perfecta entre frialdad y altivez que ella lograba sin perder la elegancia. – Buscando tranquilidad has llegado a mi encuentro, irónico ¿no? – Agregó frunciendo los labios hacia un costado con actitud arrogante. Las cosas eran claras, entre ellos existía dos posibilidades; o discutían por la facilidad que esta tenia para explotar por la minia situación de la cual no estuviese de acuerdo o se dejaban llevar por el hecho de estar comprometidos y la atracción carnal que existía entre dos cuerpos que estaban obligados a estar juntos. Aunque fuesen la pareja más fría y sin sentimientos de todo Hogwarts, casi de todo el mundo mágico, existía un no se qué que llamaremos simple atracción que lograba que aquel compromiso no fuese un completo desastre.